El uso de la cursiva es más habitual de lo que parece. Cuando queremos indicar un sentido especial de una o varias palabras, que no es el habitual, usamos la cursiva. Suele cumplir una función enfática, pero también nos advierte de esas palabras nuevas o neologismos, así como extranjerismos, latinismos, jergas y argots. Si la palabra está mal escrita o es incorrecta, va en cursiva para indicar que no es una palabra aceptada por la norma.
Deben ir en cursiva los títulos de obras artísticas, es decir, libros, publicaciones periódicas, pinturas, fotografías, esculturas, películas, obras de teatro… También los apodos y sobrenombres de personas, cuando acompañan al nombre real. Los nombres de mascotas individuales también van en cursiva.
Es incorrecto usar la cursiva para destacar una historia e impensable para escribir un libro entero, pero se puede utilizar con exclusividad en las citas que ocupan más de un párrafo.
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